Una cerradura, como cualquier mecanismo sometido al uso diario, acumula pequeñas variaciones con el tiempo. El polvo que entra por la ranura de la llave, el desgaste del resbalón al golpear el marco o el envejecimiento de las piezas internas pueden alterar su funcionamiento sin que el usuario lo note de inmediato. Cuando finalmente aparece un síntoma evidente —una llave que gira con resistencia, un clic extraño o un cierre que no termina de encajar— la cerradura ya lleva tiempo avisando.
Por este motivo, los servicios de cerrajería que incluyen mantenimiento preventivo tienen un papel esencial en la conservación de la seguridad de una vivienda o negocio. Una revisión anual permite detectar señales tempranas de desgaste y actuar antes de que los problemas se conviertan en averías o en puntos vulnerables.
Entre las tareas más habituales se encuentran:
la limpieza del cilindro para eliminar partículas que impiden un giro fluido,
la comprobación del resbalón y su alineación con el marco,
la lubricación de los mecanismos internos con productos adecuados,
y la verificación del estado de la llave y su compatibilidad con el cilindro.
Algo tan sencillo como retirar el polvo acumulado o ajustar ligeramente la pieza que conecta el bombín con el mecanismo puede prolongar la vida útil de la cerradura durante años. Además, estas revisiones permiten comprobar si el nivel de protección sigue siendo adecuado.