Desde siempre el cuero utilizado para los trabajos de marroquinería ha sido el cuero de curtición vegetal. En origen no se utilizaba sal para su curtición, tampoco los taninos que se encuentran en las cortezas y frutos de los bosques (por eso curtición vegetal), sino que el orín era el agente que curtía la piel y la dejaba blanca como la nieve, después de un proceso de desgrasado y abatanamiento.
El tiempo a pasado. Ya no vivimos en la edad media, la revolución industrial hizo que no fuese rentable curtir al estilo tradicional. No llegábamos a la demanda del mercado y cada vez el acceso a la carne era más factible para todos los estratos de la sociedad.
Se cumplía y se cumple la regla de +consumo de carne= +piel a curtir.
La actualidad de este tipo de cuero, es que tiende a desaparecer, ya que las curtidurías tradicionales están cerrando a marchas forzadas. No porque no sea rentable (que lo es), sino porque no existe un relevo generacional que se implique en la tradición. El alto costo por pie2 de este tipo de cuero tampoco juega a su favor, ya que estamos hablando en muchos casos de un 300% o 400% del precio de una piel curtida al cromo.
El cuero vegetal es utilizado por artesanos tradicionales y por casi la totalidad de los profesores de talleres del cuero, por un simple motivo. Es rígido, ahorrando trabajo a la hora de dar estructura a una creación, se puede labrar (repujar) y teñir dándole el acabo deseado.