Fuimos a cenar porque habíamos leído maravillas sobre los campero-pizzas, y la verdad, superaron nuestras expectativas. La masa es simplemente espectacular: aireada, crujiente y ligera, con un sabor que refleja el mimo con el que la preparan.
Al mencionar que soy vegetariano, enseguida me ofrecieron una opción sin carne sin ningún problema. Mi campero llevaba calabacín y berenjena frita, además de tomate, queso, lechuga y mayonesa. La combinación de sabores y texturas me dejó más que satisfecho. Por otro lado también pedimos una que tenía pollo empanado y era doblemente crujiente, por la masa y por el pollo y por lo que me contaron mis acompañantes, estaba de vicio.
Para rematar, probamos tres postres caseros de los muchos que tenían: una tarta con relleno de pistacho, un tiramisú y un rollito de queso y Kinder. Cada uno tenía su encanto, pero todos eran una delicia.
El servicio fue rápido y el trato, impecable. Además, los precios nos parecieron bastante asequibles. Sin duda, volveremos, porque la experiencia nos encantó. ¡Totalmente recomendado!